«Una fotografía siempre es política»

Violeta Rodríguez Becerril es doctoranda en sociología. Investiga en el programa ‘Ciudades y Culturas Urbanas’ en la Universidad de Coímbra, bajo la dirección de Carlos Fortuna, como becaria de la Fundación para la Ciencia y Tecnología de Portugal. Su proyecto, ‘Instacity’, estudia los efectos de las nuevas tecnologías de la comunicación en las narrativas y representaciones que se construyen de las ciudades; también el impacto que generan sobre el turismo y el consumo urbano. La investigadora defiende que Instagram y otras redes sociales no son un mero espacio digital donde interactuamos con fotografías de nuestros teléfonos móviles, sino también un elemento que configura la estética de la ciudad en su conjunto.

Pregunta: Señala que nos hallamos en la época de la ‘Post-fotografía’. ¿Qué quiere decir este término acuñado por Joan Fontcuberta?

Respuesta: La democratización de la fotografía, que empezó con Kodak y la fotografía turística, ha provocado que podamos reflejar muchos detalles más abstractos de la ciudad con nuestro móvil. Ahora es mucho más fácil tomar fotografías con un smartphone en la calle, cualquiera es un fotógrafo amateur. Por ello, lo que me interesa es cómo percibimos y representamos la ciudad a través de estos dispositivos. Los llamo, y no solo yo, dispositivos socio-técnicos, es decir, son aparatos en los que no solo interactuamos online, sino que cambian cómo nos relacionamos con la ciudad e incluso la modifican a ella misma. En la post-fotografía, la imagen se desmaterializa por cómo las difundimos en Instagram, ha creado una construcción diferente de la mirada sobre la ciudad: ya no es solo representación, sino también comunicación. Hay una cuenta que me llama mucho la atención, @clotheslinespoetry, sobre una imagen muy representativa de Portugal, pero que también se ve en España, Italia o Grecia: la ropa tendida en las ventanas. Es una metáfora de lo privado y de lo social. En América latina es otra cosa, aquí es algo muy común y muy bonito, como poesía. No es una cosa banal.

P: Usted advierte en un artículo sobre los efectos de los clichés fotográficos que se ciernen sobre nuestras ciudades, especialmente en el centro histórico.

R: Aunque hay lugares con una identidad concreta, como el centro de Barcelona, estos también experimentan una estetización homogénea: cada vez tenemos fotografías más parecidas. La cuenta @followmetoo es muy ilustrativa. Es un elemento que contribuye a la gentrificación de estos lugares históricos con una estética particular muy enfocada al turismo. Los creadores de Instagram sabían que podía servir como herramienta de marketing. Por ejemplo, ahora todos tenemos que tener una certificación de que estuvimos en un lugar o en una ciudad de paso.

P: En otro trabajo señala a La Habana como un caso especial alejado de la publicidad turística clásica debido a la «la estética del deterioro». ¿En qué consiste?

R: Lo que se fotografía en un centro histórico no es precisamente lo que se fotografía en otro sitio. Y eso tiene que ver con la historia del lugar. Fernando Carrión es un estudioso de los centros históricos de América Latina. Dice que en el caso de La Habana, por su evolución histórica, el centro se deterioró y no experimentó esa reconstrucción que hubo en otras ciudades. Ahora ha tenido un proceso de rehabilitación considerado exitoso, pero a los turistas y a los habitantes les siguen impactando estas estéticas de ruinas. El turismo también vive de esa idea de vincular La Habana con lo viejo, los autos antiguos, los almendrones, el metal corroído por la cercanía al mar, la arquitectura de chiripa… Por ejemplo, también he analizado el efecto de Instagram en otras ciudades como Ciudad de México o Lisboa y es una situación muy distinta. Necesitamos investigaciones que tomen en cuenta lo empírico, con metodologías como la etnografía digital o el mapeamiento de las fotografías, que tengan una mirada crítica sobre sobre estas plataformas, sobre los algoritmos, pero que tengan una base empírica. En mis investigaciones he encontrado una concentración de los lugares más fotografiados, los más visitados, y la invisibilidad de otros.

P: A pesar de estos fenómenos de homogeneización, ¿estas plataformas pueden tener un potencial para transformar los espacios urbanos y crear comunidades?

R: Estoy escribiendo un capítulo sobre el imaginario fotográfico de las ciudades modernas y soy partidaria de regresar a estos intercambios entre los habitantes y las memorias que traen las fotografías del espacio, también frente a la invisibilidad. Es decir, una fotografía siempre es política. Fomenta ideas sobre una ciudad instagrameable. He visto comentarios en algunas publicaciones sobre cómo ha cambiado un lugar, si hubo un desalojo, etc. Por ejemplo, en Lisboa y Porto es muy importante el grafiti. El arte urbano puede ser un elemento gentrificador pero también crítico, podemos ver muchos matices. Como he dicho, las imágenes son también comunicación, en áreas como el marketing o la política. Como en cualquier trabajo, hay una ética fotográfica que debe atender a las consecuencias de mirar la ciudad desde un smartphone. Hay más allá del mundo instagrameable.

Álvaro Barredo

Álvaro Barredo es editor de El Viaje de Penélope.

Rodrigo Marinas

Rodrigo Marinas es editor de El Viaje de Penélope.