Serpientes, Kioscos y Superbloques: el laboratorio de la arquitectura latinoamericana

En el continente americano existían las normas de la Academia europea. Sin embargo, a mitad del siglo XIX empezó a existir una reacción contra las normas neoclásicas impuestas. Pronto empezó a nacer un eclecticismo gracias a la mezcla de estilos regionales, recargando la decoración y perviviendo el barroco nunca olvidado en Latinoamérica. Este eclecticismo hizo que muchos arquitectos europeos crearan edificaciones con rasgos de sus naciones maternas, pese a encontrarse en un continente completamente diferente.

A comienzos del siglo XX, México, Buenos Aires, Río de Janeiro, Santiago de Chile y Montevideo buscaban asemejarse a París debido a las influencias culturales francesas de carácter academicista y vanguardista. De ese modo serán contratados extranjeros provenientes de Europa para erigir edificaciones públicas. Sea como fuere, la Primera Guerra Mundial cambió la forma de pensar eurocentrista para realizar una reflexión introspectiva sobre el pueblo americano.

En la segunda década del siglo XX, el movimiento neocolonial se haría destacar en la causa de buscar las raíces nacionales del pueblo latinoamericano, rescatando así su pasado histórico-artístico, además de las tradiciones del mundo indígena. Pronto, este academicismo europeo arraigado en el continente pasará a convertirse en un eclecticismo, dando lugar a los estilos regionales. De este modo, nacerán los Neo, como el Neoárabe o “estilo morisco” y el Neoprehispanismo. La Casa del Pueblo, en Mérida (México), realizada por Ángel Bacchini en 1929, es un ejemplo de este último.

La Casa del Pueblo, Mérida (México)

Además de los elementos decorativos, hay que destacar la creación figurativa de serpientes mayas, consiguiendo así modelos prehispánicos. Como antes se ha mencionado, París será el lugar donde las ideas emanan. Tras la Exposición de las Artes Decorativas en 1925 estrenada en la mencionada ciudad francesa, el decorativismo y racionalismo se difundieron con rapidez en América, siendo denominado estilo internacional. El propio eclecticismo proveniente de una raíz academicista se había adaptado al gusto del cliente, el cual podía elegir entre obra académica, histórica o moderna.

De otro modo, la arquitectura más funcional tenía un carácter social, propia de la Revolución. En dicho período de tiempo, se construyen en Latinoamérica por primera vez rascacielos, como el Edificio Kavanagh en Buenos Aires, causando un movimiento del sector residencial hacia los suburbios. Sea como fuere, la crisis económica mundial de 1930 dará fin al dominio europeo sobre Latinoamérica, dándole paso a Estados Unidos junto a sus nuevas tecnologías.

Cabe destacar que la transición a la universalización de la modernidad se consiguió de 1950 a 1970, ya que desde un primer momento, arquitectos tan importantes como Le Corbusier o Mies Van der Rohe, realizaron viajes por Latinoamérica y crearon diseños para ciudades como Brasil, Colombia y Argentina.

Sin embargo, dentro del mundo de la arquitectura existieron diferentes pensamientos acerca de universalizar toda la arquitectura del mundo. Arquitectos como Luis Barragán en México rechazaron la modernidad universal, ya que le dieron gran importancia al espíritu del lugar. Un ejemplo contrario a la tradición se puede encontrar en las obras arquitectónicas de Oscar Niemeyer o Lucio Costa en Brasil, creando edificios modernistas que no encuentran ninguna relación con los existentes en las ciudades donde trabajan. Las ciudades del Caribe sufrieron la llegada de la arquitectura mundial con los movimientos de high tech y la creación de grandes torres de cristal, no siendo especialmente apropiadas sus construcciones ya que eran erigidos en centros históricos, en vez de por las periferias. También debe ser mencionado Superbloques en Brasilia, invención de Lucio Costa y Niemeyer. Fue la primera ciudad del automóvil, donde parte de la ciudadanía vivía en ciudades satélites a cincuenta kilómetros del lugar de trabajo. Fue una idea arquitectónica propia de Lucio Costa y Oscar Niemeyer. Pese a la belleza plástica, es un espacio donde es prácticamente imposible afianzar una vida cotidiana, siendo un ejemplo perfecto en torno a la modernidad inapropiada de mediados de siglo.

Lucio Costa. Superbloques. Brasilia, Brasil

Otro ejemplo de modernidad occidental inapropiada fue en Brasil, con la creación de Brasilia bajo las manos de Niemeyer, que fue el mayor símbolo del mundo moderno. Esta ciudad nueva rechazaba la tradición y no respetaba el espacio geográfico donde se encontraba. De algún modo, América era un lugar de prueba y error arquitectónica, deculturizando así el viejo continente y creando edificios en torno al brutalismo arquitectónico.

Sea como fuere, en el último tercio del siglo XX, algunos arquitectos latinoamericanos optaron por la creación de edificaciones que identificaran al propio pueblo, pudiendo separar entre arquitectura nacional y la propiamente lúdica. Es así como se entra en la modernidad apropiada, con la finalidad de recuperar el patrimonio, rehabilitar viviendas y darle al pueblo la voz merecida para la construcción urbana.

Óscar Niemeyer. Brasilia, Brasil

Para que lo oriental entrara de lleno en la estética andalusí, tuvo que darse lugar a una propagación del arte orientalista español, y esto sucedió gracias a los movimientos literarios y artísticos que divulgaron dichas tipologías. El Simbolismo, movimiento artístico de la época, buscaba la introspección del espíritu romántico, esa ensoñación escapista de la realidad pseudo-ordenada. Revistas Latinoamericanas como la “Revista Moderna” conservaban ilustraciones, apareciendo esta idea de paraíso oriental, muy cercano a la cultura como tal. Como ocurrió con la estampa japonesa, de algún modo también con el arte islámico, buscando aquel simbolismo artístico.

La arquitectura hispana tuvo su asentamiento en el continente americano gracias a la eclosión artística de Estados Unidos y las anteriores Exposiciones Universales realizadas en Europa, como bien se ha señalado antes. Mientras que se realizaba un camino hacia la modernidad donde se reconocían rasgos identitarios latinoamericanos, por otra parte seguían existiendo lenguajes ornamentales procedentes el eclecticismo y los famosos “Neo”. La identidad artística de Latinoamérica seguía estando mezclada con los símbolos europeos y los procedentes de Estados Unidos. De una manera u otra, la arquitectura hispánica se adaptó rápidamente al continente y entró de lleno en el arte neocolonial con arquitectos como Martín Noel, Ángel Guido o Federico Mariscal. De alguna forma se recuperó el contexto histórico, no ajeno a la Escuela de Bellas Artes de París. En resumidas cuentas, la arquitectura hispánica junto a los rasgos nacionalistas existentes en Latinoamérica crearon lo que hoy conocemos como Neocolonial.

Como antes se ha mencionado, Latinoamérica fue un laboratorio de nuevas invenciones, y ocurre así con lo Neocolonial, la mezcla entre lo hispano y la tradición latinoamericana. De este movimiento arquitectónico, se deben señalar los dos estilos más característicos: el Mission Style y el Spanish Revival. Ambos estilos tienen origen en el eclecticismo, donde se mezcla lo victoriano, italiano, neoárabe y mexicano, entre otros rasgos. Es de añadir que California y Florida fueron los núcleos más importantes.

En esta época empezó a existir un debate sobre la arquitectura nacional, donde se mezclaban los estilos prehispánicos con los coloniales para definir la identidad del pueblo. Esta culminación se observa en las obras del pintor Saturnino Herrán, con su tríptico Nuestros Dioses, donde se fusionan la Diosa Coatlicue con un Cristo crucificado.

Saturnino Herrán. Nuestros Dioses Antiguos

También cabe destacar el estilo neoárabe y el neomudéjar, que se vincularían con lo hispano. Entre estos dos estilos, las diferencias son importantes de aclarar en cuanto se refiere a terminología. La primera denominación se considera una versión más lúdica y desinteresada en cuanto al contexto histórico-artístico se refiere. Es un estilo más caprichoso que sólo desea mostrar una escenografía. Por el contrario, el neomudéjar busca un interés constructivo, y racional. Centrándonos más en el estilo neoárabe, los grupos de artistas españoles y españolas empezaron así a reivindicar a sus ancestros árabes en el continente americano, haciendo que la imagen islámica se convirtiera en una ensoñación oriental ajena a un contexto histórico-artístico, y simplemente con fines lúdicos. La Alhambra, como muchos otros ejemplos, sería muy representada en Latinoamérica como arquitectura neoárabe, mostrando ese pasado andalusí sólo en su contexto estético-visual. Esto haría de Latinoamérica un lugar donde los historicismos eran permitidos.

En las Exposiciones Universales de principios del siglo XX se realizaron una serie de pabellones “moriscos” para la muestra de este mundo oriental. Un ejemplo notorio fue la Exposición Universal de Londres de 1951, donde Owen Jones creó la “Alhambra Court”, idea madurada tras los viajes que realizó a Granada.

Owen Jones. La Alhambra Court

Este estilo tendrá gran presencia tanto en edificaciones públicas como privadas. Destacando más la arquitectura pública, se pueden nombrar hoteles de arquitecturas de índole neoárabe como en Florida, el Coral Gables Inn., realizado por Denman Fink e inspirado en el Generalife de Granada, el Biltmore Hotel, inspirado en la Giralda de Sevilla…

También hay que mencionar teatros como “El Bizcochón”, o cines como el Cine Universal en La Habana, de estilo morisco, el Palacio de las Ursulinas donde sus arcos mixtilíneos entrecruzados tienen su influencia en la Mezquita de Córdoba; las salas de fiestas, como la de los Jardines de la Tropical, con una gran inspiración en la Alhambra de Granada.

No deben ser olvidados los kioscos de índole morisco como en Santiago de Cuba, en la Glorieta del Parque Carlos Manuel de Céspedes diseñada por Carlos Segrera Fernández y Martín del Castillo. Son edificaciones en su mayoría efímeras que responden a rasgos estéticos de un pasado árabe. También añadir la existencia de las torres moriscas, como la torre-reloj de Guayaquil, de base octogonal y con rasgos neoárabes muy arraigados.

Biltmore Hotel
Martina Garrido

Martina Garrido es historiadora del arte por la Universidad de Granada. También es divulgadora en la revista Dosis Kafkiana.